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Los vagones de la muerte
Carlos Jaime Fajardo / Domingo 30 de enero de 2011
 

Una de las locomotoras que ha propuesto el actual gobierno, para la llamada prosperidad democrática, es el desarrollo minero, dentro de la que se encuentra el vagón del carbón, que ha sido noticia en los últimos días por la tragedia en Sardinata Norte de Santander.

La actividad minera colombiana en general, se realiza en 6.000 minas de explotación y exploración, con aproximadamente 30.000 socavones, fiscalizados por tan sólo 16 funcionarios del Ministerio de Minas, quienes no dan abasto para identificar las precarias condiciones laborales de dicha actividad; en el caso del carbón, esta se realiza en 18 regiones del país, dejando casi 500 mineros muertos en los últimos siete años, a causa de 375 emergencias.

El Cerrejón, es la explotación de carbón a cielo abierto más importante del país, donde opera la multinacional DRUMOND, acusada por pagar a los grupos paramilitares para asesinar sindicalistas. El ex paramilitar Libardo Duarte, alias “Bam Bam”, reveló que ellos se paseaban sin inconvenientes por las instalaciones de la multinacional y que la construcción de un tren para sacar el carbón al puerto estuvo marcada por presiones violentas y asesinatos.

De manera similar ha sucedido en otras regiones, como en el Catatumbo, donde dichos grupos desplazaron campesinos para quedarse con el negocio, también en La Jagua de Ibirico, mataron 18 agricultores para quedarse con sus tierras carboníferas.

Como si fuera poco, en dicha actividad los mineros laboran en verdaderos socavones de la muerte, a unos 150 metros de profundidad, con el riesgo de las explosiones de Metano que con frecuencia los matan, junto al polvillo que ocasiona enfermedades en sus pulmones, lo que ha llevado a la conformación de Asotred (Asociación de Trabajadores Enfermos en la Drummond), que agremia desde el 2008 a 599 trabajadores afectados en su salud por las minas. A lo anterior agréguesele el desastre ambiental, por ejemplo el polvillo que se esparce en el mar, mata toda posibilidad de vida marina.

La explotación la realizan principalmente multinacionales de Canadá, Brasil, Estados unidos, entre otras las que se quedan con jugosas ganancias, mientras los muertos y el trabajo lo colocan sectores pobres del país.

Dicha situación no se arregla con reestructurar INGEOMINAS, que fue la propuesta central de Santos en Sardinata el pasado viernes, pues la causa no es la ilegalidad, sino la lógica mercantilista, que por dinero todo vale, por tanto hay que dejar su lema de mercado hasta donde sea posible, como lo propone en su Plan de desarrollo, pues dicho criterio sólo ve dólares sin importar el desastre social y ambiental que deja en el país sus famosas locomotoras.