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Fred Núñez: el viacrucis de un comunicador popular en el Catatumbo
La ira del gobierno armado ataca a campesinos y comunicadores por igual
Agencia Prensa Rural / Miércoles 31 de julio de 2013
 

El sábado 27 de julio de 2013 inician nuevos enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y el campesinado en el Catatumbo. Eran alrededor de las 10:30 am y diez agentes de la Policía Nacional, sin identificación en sus uniformes y armados con fusil de francotirador, empiezan a intimidar a los campesinos que hacían presencia en el sector conocido como “La Uno”, a un kilómetro del casco urbano de Tibú.

Media hora después la tanqueta del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía (Esmad), sin numeración, arremete contra los campesinos arrinconándolos hacia otros dos puntos en los que se encontraban más agentes del Esmad, también sin identificación. Es allí donde los campesinos quedan encerrados en una emboscada organizada por la Policía.

La primera descarga por parte del Esmad fue direccionada hacia uno de los comunicadores que se encontraba cubriendo los enfrentamientos. Esta fue realizada a dos metros de distancia y desde la tanqueta que se detiene exclusivamente para disparar una granada de aturdimiento al vientre del comunicador popular Fred Núñez, la cual quema el chaleco de prensa, parte de la piel del vientre y rebota en la mano izquierda, causando quemaduras de primer grado y un edema.

Los enfrentamientos continúan por casi una hora más. Durante ese tiempo se escuchan cinco tiros de fusil y se incrementa la intimidación por parte de la Fuerza Pública a la población civil, escudriñándose en medio de los caseríos donde residen pobladores de la región, exponiéndolos a los gases lacrimógenos e impactos de granadas de aturdimiento y balas de goma.

Un rato después llega nuevamente la tanqueta con más agentes del Esmad que siguen arremetiendo contra campesinos y comunicadores por igual. Al mismo tiempo se ven francotiradores de la Policía que apuntan hacia el campesinado. Minutos después francotiradores y Policía armada se repliegan junto con los agentes del Esmad, todos sin identificación, en una tanqueta también sin numeración. Esta primera parte de los enfrentamientos dura aproximadamente hora y media.

El campesinado se reúne nuevamente y recolecta las pruebas de los artefactos que usa el Esmad. Esta vez los campesinos encuentran un cartucho de una gradada de explosión múltiple con capacidad para siete explosiones simultáneas GL-700. Los comunicadores que están recolectando imágenes y testimonios que sirvan de prueba de los actos de la Fuerza Pública que velan por los bienes privados más que por la integridad de los bienes públicos, son alarmados por el campesinado que indica que la tanqueta del Esmad, sin numeración, arremete nuevamente contra los pobladores de esta región.

En ese momento inicia una maratónica persecución de la tanqueta contra el campesinado y los comunicadores que están en el sitio de los hechos.

Desde la tanqueta, que va a gran velocidad y se lleva por delante una de las barricadas del campesinado, se disparan ráfagas de balas de goma y granadas de aturdimiento que son percibidas por los comunicadores que en el intento por preservar su integridad física, se esconden al lado de la carretera detrás de un árbol. Por su parte, la tanqueta se detiene justo al frente de los comunicadores y de allí se bajan entre 10 y 12 agentes del Esmad, quienes buscan con insistencia la ubicación de los dos comunicadores resguardados en los matorrales. Uno de ellos, un oficial sin casco, señala la posición de los dos comunicadores y es ahí cuando dicen “los cogimos”.

Acto siguiente la comunicadora Verónica Luna siente una piedra, de gran tamaño, caer al lado de ella lo que la impulsa a voltearse, viendo que su compañero, Fred Núñez, ha recibido un impacto en el parietal derecho que le causa una herida de grandes proporciones en la frente y ceja, que además le hace perder el conocimiento y convulsionar.

En ese momento los agentes del Esmad que propinaron el golpe (información corroborada con varios de los habitantes del caserío que se encuentra al lado de la vía pero que no quieren revelar su identidad ni ser entrevistados) se retiran con temor en sus caras, dejando a los dos comunicadores en medio de los gritos de angustia que reclamaban el acto bélico y la pronta solución con la presencia de una ambulancia.

Aproximadamente cinco minutos después del impacto y el abandono de los agentes del Esmad, Fred Núñez empieza a recobrar el conocimiento. Verónica Luna le pide que no se mueva mucho mientras ve que se acerca otra tropa, esta vez con más de 15 agentes del Essmad, quienes se acercan con intención de agredirla pero al ver que está acompañada por su compañero con la cara bañada en sangre y que ella pide con angustia ayuda y una ambulancia, su intención cambia. Allí llaman a los paramédicos y ayudan a transportar al comunicador herido hasta un espacio bajo la sombra lejos de los combates.

Los paramédicos de la Policía limpian la herida mientras el comunicador dice, con esfuerzo y preocupación, que no puede ver por su ojo derecho. Al mismo tiempo se escucha a través de los radios de la Policía y del Esmad que otros oficiales dicen frases como “bien hecho” y “tome pa que lleve”. La situación se torna más tensa al ver que uno de los agentes del Esmad, sin casco ni identificación, saca una cámara y graba a los dos comunicadores que tratan de proteger su vida e integridad de posteriores persecuciones o montajes judiciales.

Debido al fuerte impacto proporcionado por el Esmad al comunicador popular Fred Núñez, los paramédicos deciden remitirlo al hospital San Juan de Tibú (Norte de Santander). En el camino otros agentes de la Policía y el Ejército que están esperando a las afueras del batallón ríen con regocijo al ver la herida del comunicador.

Ya en el hospital de Tibú un médico atiende a la grave herida mientras cuatro agentes de la Sijin, sin uniforme, fotografían a los comunicadores a pesar de insistir en repetidas ocasiones que ese acto es empadronamiento y que no lo pueden hacer sin una orden judicial, mucho menos en una situación como esa. Sin embargo ellos continúan con esta acción y además le hacen preguntas a Verónica Luna sobre su información personal y la de su compañero, y en el momento en el que ella saca su cámara para grabar tales actos la acosan y le piden que se salga del hospital.

Después de ocho puntos internos, quince puntos externos y varias horas de espera y gestión, la Defensoría del Pueblo logra conseguir un vuelo en uno de los helicópteros del Ejército para transportar a los comunicadores hasta Cúcuta, ya que debido a la gravedad de la herida es necesario recibir la atención especializada de un neurocirujano y oftalmólogo facultados para diagnosticar el por qué de la falta de visión.

Con mucho malestar él y Verónica Luna, quien lo acompaña e informa constantemente su estado de salud a medios de comunicación, organizaciones defensoras de derechos humanos y a la Defensoría del Pueblo, sobrevuelan las miles de hectáreas de cultivos de palma, hectáreas que una vez fueron de los campesinos del Catatumbo y que hoy, gracias al desplazamiento forzado por parte del paramilitarismo, están a merced de los grandes palmicultores y politiqueros que han pasado por el gobierno de este país.

En el helicóptero nuevamente son víctimas de empadronamiento, en una oportunidad por un oficial de la Policía, en dos oportunidades por soldados del Ejército Nacional, y en tres por un oficial de la Sijín, quien le ordena a uno de los soldados tomar fotos con una cámara con flash.

Pasan cinco días y en el hospital Erasmo Meoz de Cúcuta aún permanece el comunicador popular y alternativo Fred Núñez, quien después de varios exámenes, nuevos intentos de empadronamiento, buenos cuidados por parte de la institución y un empalme de información con la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa) para blindar el proceso de denuncia y demanda, ha presentado mejoras en su estado de salud pero continúa sin ver por uno de sus ojos.

Dentro del diagnóstico médico el comunicador presenta una fractura en la base ocular del cráneo, lo que le causó un neumoencéfalo (burbujas de aire en el cerebro que de no ser tratadas pueden desencadenar en isquemia, retardo o ceguera permanente, entre otros), además, debido al fuerte impacto, su ojo derecho permanece inflamado, para lo que se realiza un tratamiento con el fin de disipar dicha inflamación y estimular la recuperación total de la vista.