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Breve biografía de una mujer campesina del Magdalena Medio
Sammy Andrea Sánchez / Lunes 11 de abril de 2011
 

“Por los senderos del campo llegas cargando tu pena, tu pena de amor y de llanto, en tu vientre de arcilla y tierra, tu tiradita redonda que llenas año con año, de la semilla que siembra el campesino en su pobreza, hoy quiero cantarte María Rural o madre del campo, madre sin igual, hoy quiero cantar tus vástagos pobres, tus despojos tristes, dolor maternal, desnutrición y pobreza es lo que a vos te rodea, choza de paja en silencio sobre el rumor de la selva, tus manos son de cedro, tus ojos oscuros tristes, tus lagrimas son de barro que derramas en la ciénaga, por esa razón en esta ocasión hoy quiero cantar a tu corazón, hoy quiero decirte lo que siento por tanta pobreza y desolación, por las praderas y ríos va la madre campesina, sintiendo frio el invierno y terrible su destino, por los senderos del campo llevas cargando tu pena, tu pena de amor y de llanto de tu tierra de arcilla y pena”:Arlen Siu, Mujer Rural
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Josefina es mulata, su seco cabello ya asoma algunas canas, que no dejan pasar desapercibido el sufrimiento y la amargura de tantos años, pero su cara expresa la amabilidad y gentileza de la mujer campesina.
Su mirada es profunda y melancólica, demarca la angustia de la mujer de estas tierras rurales olvidadas por el Estado, pero recordadas por los avaros que quieren sus territorios ricos en recursos y en mano de obra barata.

Esta hermosa mulata nació en Yolombo, Antioquia, como la protagonista de la novela de Tomas Carrasquilla, La Marquesa de Yolombo que hizo célebre a este pueblito del Nordeste Antioqueño, siendo de gran importancia en el siglo XVll por su riqueza en oro, allí vivían familias españolas acomodadas, alcanzó a tener importancia en la época de la conquista pero posteriormente vivirían sus pobladores en la pobreza, considerado también como el principal centro de explotación minera. Pero aun así con toda esta riqueza sus pobladores no la han disfrutado, así como sucede en amplias regiones del país.

Josefina, con una gran disposición empieza a contarme lo que ha sido su vida, una vida llena de tristezas y angustias, mientras me relata, pienso que esta bella mujer tal vez reúna en ella sola la injusta historia de nuestro país en los últimos 50 años, pero también en los últimos 500 años, diferenciando una etapa histórica de la otra, pero al final se llega a la misma conclusión, unas clases poderosas se lucran del trabajo de la mayoría en la pobreza, llámense la corona española, blancos criollos, oligarquía o clase empresarial.

Sus padres fallecieron cuando era aun muy niña, quedando huérfana, supo lo que era el sufrimiento en la vida rural, aguantando hambre y penurias y el acoso de uno que otro hombre que frecuentaba su rancho, quedo en manos de su abuela quien la obligaba a pedir limosna para sobrevivir, pero al ser incapaz de hacerlo era encerrada y maltratada. A la edad de su preadolescencia fue ultrajada sexualmente por un hombre cercano a su familia, de lo cual tuvo un hijito como ella lo llama y lo recuerda con mucho amor maternal, ya que él, 25 años después seria asesinado por unos desconocidos en Barrancabermeja, ciudad a la cual llegó en busca de trabajo, ya que en su tierra no había, la única oportunidad que brinda el Estado en estas hermosas y ricas tierras campesinas es la guerra y más guerra, ofreciéndole a los jóvenes el servicio militar como una de las pocas opciones, para defender ignorantemente una “patria” que pareciese que ya ni pertenece a la clase oligárquica sino a los avaros extranjeros.

Tuvo que casarse muy joven con otro hombre que la golpeaba incansablemente con lo que encontrara a su paso y a sus “hijitos”, la obligaba a vestirse como un hombre para trabajar durante jornadas duras en otras fincas de la zona, con toda esta situación paradójicamente esta mujer fue desterrada de su finca no solo por los hombres armados que frecuentan y aterrorizan a los campesinos sino también por su esposo, por la violencia y el terror que generaba con su presencia. Es así como decide huir con sus 7 hijos, lejos para no seguir soportando la violencia en una parte y otra, llegó a un mundo ampliamente desconocido para los campesinos: la ciudad. El campesino acostumbrado a la cría de animales y a la siembra, siente la discriminación de los citadinos por no saber en algunos casos leer ni escribir o no hacer otra cosa que no sea sembrar “comidita”, llego con su prole, con la sola ropa que llevaban puesta.

“Cuando llegué a la ciudad me metieron a la cárcel porque llegamos ahí desde por la mañana y los peladitos desde el día anterior pues no comían y esos peladitos con esa hambre se metieron a un restaurante y veían a la gente comer, yo los miraba y decía estos niños tienen hambre dios mío que voy a hacer yo, me metí al restaurante y le dije a la mesera, señora mire hágame el favor y me sirve de todo de todo para estos niños, ella me dijo y tiene con qué pagar? señorita por favor mis niños se me van a morir de hambre, no me pregunte eso sírvameles de todo, yo veré como le pago, entonces en esa mesa me le sirvió desayuno a los niños y estos muchachitos ya quedaron llenos, yo pensé y ahora con que voy a pagar, cuando llega la muchacha y me dijo señora mire es tanto, entonces yo la mire y le dije señora yo no tengo con que pagar estos desayunos y me dijo si pero Ud. pidió y si los pidió era porque tenía con que pagarlos, le dije si yo le hubiera dicho a Ud. regáleme desayuno para estos siete niños, no importa que yo no coma, pero yo tenía que hacer esto ya después de que mis hijos estén llenos yo veré que hago y aquí estoy, haga lo que quiera llame la policía, llamo a la patrulla ahí, llegaron tres policías, cual es la señora, vea la que tiene los niños, yo acababa de recibir una paliza que él (marido) me había dado y la espalda las tenia moradas, moradas y ahí mismo la policía me dice pues señora usted cometió este delito ahí mismo me pusieron las esposas, me llevaron y usted viera el llanto de esos niños, me toco dejarlos, yo los deje ahí sentaditos en un andén y la gente del pueblo les toco coger esos niños, tenia uno casi de brazos, me llevaron a la cárcel a dejarme 24 horas, me metieron en un calabozo, había una goterita de agua, yo pensaba en mis niños pero como el mayor era muy, muy astuto, fue y hablo con la policía y le dijo mire señor agente nosotros venimos huyendo de mi papá que nos iba a matar, nosotros no teníamos nada que comer porque mi mamá no tenía un peso y ella tenía que hacer eso, mire que hay pequeñitos, que iba a hacer mi mamá, bueno él habló y todo y se ganó por ahí unas platica montando unos bultos en un carro cuando ahí mismo llego una señora, me abrieron el calabozo y salí, que pasó no me iban a dejar 24 horas? no, no, no, me dijo bueno a usted la salva lo que el niño nos dijo, que usted tiene las espaldas moradas, que porque su esposo le pego, yo le dije esos son mentiras de él, el no me pegó, el niño me dijo mami diga la verdad, mami diga la verdad, pues yo no quería decir porque me daba miedo que él se diera de cuenta, que llegara y me matara, pero el marido si me decía que cuando yo me le volviera a volar el me mataba, entonces el niño llegó y me rasgo la blusita y claro me miraron las espaldas verdes porque a los pelados les tocaba hacerme aseo con agua tibia y alcohol, ellos me sobaban, entonces los policías dijeron dios mío esta señora esta es que se nos muere, ahí mismo me dieron droga y ellos mismos me hicieron el aseo”.

La mujer rural resiste todo el rigor del conflicto, de la guerra y algunas veces de la misma familia por ser mujer, ser madre y ser campesina, a causa del desconocimiento del respeto por el otro y la progresiva justificación de que el machismo es cultural y debe ser aceptado, no importa si se vulneran los derechos de ellas al fin y al cabo es “el orden natural”, decía un campesino de esa región, alguna vez que lo escuche reflexionando y debatiendo sobre la mujer y la familia.

La violencia política también tocó a su familia, su hermano perteneció al exterminado partido Unión Patriótica, él fue asesinado en el segundo periodo de su mandato de alcalde en 1986, como campesino pobre nunca piso las puertas de una escuela, él no sabía leer ni escribir, su secretaria se encargaba de eso, pero según doña Josefina era un hombre de buen corazón que lo único que quería era progreso para su región, a ella le ayudo en el momento en que huyo de la violencia de su esposo con una tierrita y ropa para sus hijos.

“Él mantenía en esas veredas, allí necesitaban tal cosa y ahí estaba él, bueno volvió a lanzarse y lo mataron, a la una de la mañana llegaron a la casa, él estaba durmiendo, tocaron la puerta entonces la señora se asomo, él se asomo y dijo esa gente no me trae buena espina, entonces él se voló por la parte de atrás, pero ya estaba minada también, ya tenía también gente de esa, lo cogieron, cuando lo montaron en el carro llevaban a la que era la secretaria, unos concejales, los guardaespaldas, se volaron dos, quedaros seis, lo mataron a él, mataron a los guardaespaldas, a los concejales y a la secretaria”.

Seguramente tenía a los caciques políticos, paracos y mafiosos asustados por su gran ascenso y honestidad como alcalde, no solo por él, sino también por la esperanza que despertaba este partido político como alternativa para el cambio y el progreso en una sociedad azotada por el conflicto y la desigualdad. Posteriormente se fueron dando progresivamente asesinatos a miembros de este partido y masacres, como la ocurrida en Segovia en 1988.

Ella también ha sido víctima no solo de la violencia generada por su esposo sino por la otra violencia que se vive a diario en el campo colombiano, la armada, siendo también uno de sus hijos asesinado en el Sur de Bolívar, quien buscaba alguna opción para sobrevivir, así como otro de sus hijos desaparecido, hasta el momento no sabe nada de él, ni quiénes fueron los autores materiales, los asesinados, solo que un día desapareció.

Nuestra charla se interrumpe por el llamado que hace uno de los compañeros para irnos del sitio donde nos encontrábamos participando en un evento, allí ella me regaló esta historia, para que sea divulgada, publicada. Se trata del sentir y la vida de una mujer campesina pobre de Colombia. Josefina me recuerda con gran disposición que luego me seguirá contando cómo fue desplazada de su tierra y cuál ha sido la lucha por la verdad sobre la muerte de su hermano y de sus tres “hijitos”. Ella reclama la verdad, la justicia y la reparación, tres procesos de gran relevancia en un proceso de paz y reconciliación, sobre los cuales no ha habido un cambio sustancial, por el contrario, parece que la memoria y el recuerdo de las víctimas de la violencia política se quiere borrar totalmente de la historia reciente de Colombia.