Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Análisis
¿Es esto la instauración del asesinato extrajudicial?
Matar en vez de juzgar en los tribunales, sin probar la culpabilidad, ya forma parte de los ’valores’ de Occidente
Olga Rodríguez / Miércoles 4 de mayo de 2011
 

La OTAN ataca dos viviendas del presidente libio, Muamar Gadafi, mata a uno de sus hijos y a tres de sus nietos, estos últimos menores de 12 años. Al igual que ante otros asesinatos extrajudiciales, los gobernantes europeos no abren la boca para condenar el acto. Apenas se ha generado debate. Puede que algunos consideren la muerte de niños inocentes como un precio que merece la pena pagar para garantizar la defensa de intereses políticos y económicos.

Al fin y al cabo, con esta trayectoria, los asesinatos extrajudiciales forman parte ya de los valores de Occidente: matar en vez de juzgar en los tribunales. Matar sin probar la culpabilidad. Asesinar sin tener la certeza de que no va a haber víctimas colaterales. Es más, asesinar sabiendo que es probable que las haya.

Ahora, Barack Obama llama justicia a la muerte de Osama Bin Laden. Es de suponer, por tanto, que también considera justo que con él hayan muerto uno de sus hijos y tres personas más. Y que su cadáver no haya sido entregado a su familia. Lo cierto es que la Justicia se ejerce en los tribunales, cumpliendo las leyes. La Justicia no se dicta a golpe de gatillo.

Europa guarda silencio o apoya operaciones que dan muerte a civiles
Hace ya algún tiempo se sobrepasaron los límites de lo legítimo y lo legal, de lo razonable, lo justo y lo moral, hasta el punto de que en la actualidad en Occidente no hay indignación colectiva cuando es asesinado un hijo de un dictador o de un talibán, o de un presunto terrorista iraquí o de un afgano sospechoso, o el hijo de un político de Hamás o el nieto de un palestino inocente que pasaba por allí.

No sólo nos están enseñando a asumir los asesinatos de presuntos enemigos como actos de justicia, sino que también estamos aprendiendo a digerir sin rechistar el asesinato de sus familiares.

Eso nos sitúa en un peligroso punto de no retorno, ya que la legitimidad de la que se pretende dotar a esos asesinatos puede ser empleada en el futuro por ejércitos que no sean los occidentales. ¿Aceptaríamos que el Ejército paquistaní atacara territorio europeo y matase a un presunto terrorista y a algún español inocente?

¿Consideraríamos legítimo entonces que en vez de arrestar, juzgar y encarcelar a terroristas europeos, los gobiernos occidentales lanzaran operaciones militares contra ellos, privándolos del derecho a defender su inocencia?

Ataques en Pakistán

Nada más llegar a la Presidencia de EEUU, en enero de 2009, Obama ordenó el lanzamiento de un ataque militar en Pakistán con aviones no tripulados: murieron al menos 22 personas, la mayoría civiles. Fue el pistoletazo de salida a una política militar consistente en desencadenar ataques continuados contra territorio paquistaní.

En octubre de ese mismo año EEUU ya había realizado en Pakistán tantas incursiones aéreas como en los últimos tres años de la Administración Bush, con la consecuencia de cientos de muertos y heridos. Ese mismo mes, Obama recibió el Premio Nobel de la Paz.

Como es lógico, el Gobierno de Pakistán, consciente de la frustración de la población ante estas operaciones militares, ha manifestado reiteradamente su repudia a las incursiones aéreas del Pentágono, que violan la soberanía de su país.

Pero en Europa nuestros gobiernos guardan silencio o apoyan este tipo de operaciones, en las que a veces (por ejemplo, en Afganistán) colaboran bajo el paraguas de la OTAN . Y de ese modo se ha institucionalizado el asesinato extrajudicial.

Israel lo sabe bien. Por eso cuando el Gobierno de Tel Aviv lanzó la operación Plomo Fundido contra Gaza (en la que murieron al menos 1.400 palestinos, la mayor parte civiles, entre ellos mujeres, niños) se defendió de las críticas recordando que EEUU y la OTAN practican operaciones preventivas similares.

El cadáver de Osama Bin Laden ha sido arrojado al mar, pero su fantasma vuelve a nosotros con más fuerza: EEUU ya ha elevado los niveles de alerta, Washington advierte de que Al Qaeda puede vengarse, Obama dice que puede haber "ataques violentos en todo el mundo". Así se atiza el miedo, enemigo fatal de la revolución y de la libertad; gran aliado de las armas, de quienes las fabrican y de quienes las venden.