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Conmemoración y acompañamiento a las víctimas de la masacre del Nilo
Movimiento Sin Tierra Nietos de Manuel Quintín Lame / Miércoles 7 de diciembre de 2011
 

La mañana del 16 de diciembre de 1991 el sol tardaba en romper la neblina que
envolvía la finca del Nilo. Esa mañana el frio acechó de forma inesperada esta tierra
del suroccidente colombiano, en las laderas de los Andes, donde el clima es más
clemente, donde el sol calienta y la tierra es más productiva.

La vigilia del 16 de diciembre de 1991 tuvo un sabor distinto de los otros, llevaba
consigo un extraño sentimiento de esperanza mezclado con el miedo ante nuevas
mentiras y falsas promesas. Hacia cuatro años varias familias ocupaban "el Nilo" y
llevaban cuatro años negociando con los presuntos propietarios de esa tierra la
obtención del derecho a volverlas productivas sin ser considerados bandidos. Y día
tras día obtuvieron la aprobación de esta cesión por parte de su propietaria
histórica, la señora Betty Mora, pero un nuevo propietario reclamaba sus derechos
sobre esa tierra.

Una sociedad de inversiones, EL Nilo Ltda., parecía tener todos los papeles en
regla para declararse el legítimo propietario de esa tierra disputada.
El 16 de diciembre de 1991 los líderes de la ocupación fueron invitados a hablar
con los nuevos propietarios, y, a pesar de las amenazas recibidas por parte de
matones armados de la compañía EL Nilo Ltda., aceptaron la invitación. Pues para
los indígenas Nasa "hacer caminar la palabra" significa más que una estrategia
política, es lo que han decidido ser. Así, el 16 de diciembre 1991 fueron unas 80
personas las que decidieron responder a aquella llamada enseguida y escuchar a
este nuevo
interlocutor. Pero triste y dolorosa fue la sorpresa que les esperaba.
Al encuentro llegaron sólo varios hombres armados con fusiles, algunos vestían los
colores de las fuerzas de seguridad pública colombiana, policía y ejército. Cercaron
la comunidad, reunieron a los líderes de la ocupación, y, acto seguido fusilaron 20
personas y dispararon indiscriminadamente a quienes trataron de huir y
protegerse. Antes de dejar el Nilo, incendiaron todas las casas que fueron
construidas en esos años e huyeron. Y pensar que debían haber discutido sobre
como reconocer las mejoras que los ocupantes habían aportado al terreno. Pero
eso fue la masacre del Nilo en Colombia, y era el 16 de diciembre
de 1991.

El drama recorrió el país en un par de horas. Todos los periódicos hablaron de la
tragedia y el entonces Presidente Gaviria prometió que los artífices de la masacre
no quedarían impunes. El Consejo Regional del Cauca (CRIC) inició una acción
legal contra el estado, pero el abogado que se ocupo del caso fue asesinado a los
pocos días. Sin embargo, el entonces jefe de Policía del Cauca, Uriel Salazar
Jaramillo, justificó el uso de la violencia por la conducta ilegal de los indígenas Nasa y por su continua presión sobre la propiedad privada de la tierra. Solo ocho
años mas tarde, en 1998, el Estado reconoció públicamente su responsabilidad por
la masacre, pero solo algunos ejecutores materiales junto a políticos de bajo rango,
fueron incriminados. Por otra parte, tras 20 años, los compromisos asumidos por el
Gobierno para la reparación de las víctimas son aun tan sólo una hoja de papel llena
de firmas.

El estado, reconociendo el valor de la tierra por la identidad de la población
indígena, en 2005 prometió la distribución de 15.663 hectáreas. Hasta hoy tan
solo se han distribuido 5.296. Otras tierras fueron prometidas y nunca asignadas
en otros departamentos como el Meta o el Putumayo, siendo zonas que no
representan la ancestralidad Nasa, y donde muchos no quieren trasladarse. Así el
Gobierno espera y no tiene prisa: el Cauca es demasiado importante para dejarlo
en manos de unos pocos indígenas, demasiado rico en recursos porque la tierra
no puede ser regalada tan fácilmente.
El 16 de diciembre del 2011 marcharemos entonces para recordar todo esto y
mucho más. Juntos repetiremos que la tierra es nuestra y que no se debe tocar, y
relanzaremos así el desafío al gobierno, al neoliberalismo y a las multinacionales.
Afrontaremos con valentía una nueva fase de defensa del territorio regresando a
las raíces de la guerra colombiana: la tierra. Lo haremos con nuestro cuerpo sin
armas.

La propuesta que hacemos es de organizar un evento llamado ’Ocupa la Memoria’
donde se junten acciones y movilizaciones a nivel nacional e internacional.

CONVOCAMOS

Hacemos un llamado para que organizaciones colombianas y internacionales nos
apoyen durante nuestra marcha desde Santander de Quilichao hasta la finca El
Nilo con acciones en contra del silencio para acordar las victimas de la masacre
de el Nilo y todas las masacres que han ocurrido y siguen ocurriendo en nuestro
país, Colombia.

Por este medio también queremos hacer un llamado a la unidad entre indígenas,
campesinos y afro colombianos porque la tierra es de quien la trabaja, la respeta,
la ama y es tarea de tod@s defenderla de la voracidad de este sistema económico
que solo ve en ella dinero. El mismo sistema que conjuntamente a su aparato
militar esta rompiendo la unidad de los pueblos ensayando aquí en Colombia y en
Cauca métodos y técnicas innovadoras para apoderarse de los territorios con toda
sus riquezas naturales y recursos. Por esta razón la convocatoria tiene abierto un
espacio inclusivo en donde puedan juntarse todas aquellas organizaciones que
comparten los principios fundamentales de este llamado.

Ayúda nos a detener este perverso plan, esto es el momento histórico para
construir un nuevo país desde sus bases.

El 16 de diciembre esperamos ser muchos y escuchar sus
voces que se levantan en varias partes de este país y
también de este lindo planeta porque al final todo somos
hijos de la misma madre tierra.

NO OLVIDAMOS!!! from Ocupa La Memoria on Vimeo.


Adopta una chiva! from Ocupa La Memoria on Vimeo.