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Educando colegios saludables, un proyecto con conciencia alimentaria
Mientras que una libra de fruta que esté en cosecha puede llegar a costar $1000 en promedio y se pueden preparar cinco vasos de jugo, una gaseosa vale $1200
Fundación Nutriarte / Sábado 16 de junio de 2012
 

Esta es tan solo una de las comparaciones utilizadas para replantear hábitos alimentarios en “Educando Colegios Saludables”, un proyecto que desarrolla Nutriarte en tres municipios de la Sábana de Bogotá, y que fue reconocida como la mejor experiencia exitosa, en la Primera Cumbre Latinoamericana de Regiones sobre Seguridad Alimentaria, el pasado Octubre de 2011.

El objetivo de esta iniciativa es motivar a la comunidad escolar a convertirse en gestora y promotora de una cultura alimentaria saludable. Las familias de la comunidad escolar de la Sabana de Bogotá, en promedio estan integradas por cinco personas y se caracterizan por ser familias jóvenes (padres entre 30 y 35 años con 2 a 3 hijos) de procedencia campesina, que por diferentes motivos, entre ellos el conflicto armado, han migrado hacia los centros poblados de los municipios buscando mejores oportunidades laborales.

Desde el año 2009 se ha realizado el constante diagnóstico y caracterización de problemáticas locales, estableciendo los factores que generan inseguridad alimentaria y nutricional en la comunidad. En primer término, se presentan altos costos que limitan el acceso a determinados alimentos. La disponibilidad de los alimentos es limitada en la region y los recorridos que estos deben realizar para llegar finalmente al consumidor son bastante largos, esto hace que los precios se incrementen por los mismos costos de su transporte. Se evidenció una incremento de precios de los alimentos, hasta en un 32% al ser adquiridos por la población, en compraración con los preciso de la central de abastos de Bogotá.

La falta de dinero, se representa en el bajo poder adquisitivo de la población frente a los alimentos. El presupuesto familiar destinado alimentación en la población objetivo está alrededor de 290.000 pesos mensuales. Algunas familias cuentan con una sola persona que aporta el ingreso total mensual, que en promedio es un sueldo mínimo legal mensual. Esto supondría que más de la mitad de este ingreso se destinan a la alimentación y se genera una fricción frente a los demás gastos necesarios para el cubrimiento de las necesidades básicas. El 69% de la población no posee vivienda propia y por eso el gasto de vivienda compite con el gasto de alimentos. Se suma a esto los gastos de educación de los hijos, los costos del transporte, entre otros.

La población no puede o no sabe cómo producir alimentos en el hogar. Aunque el 71% de la población vive en área rural, los cambios frente a la actividad laboral y el uso del suelo por la ubicación de agroindustrias en la zona, han hecho que la agricultura de alimentos para el autoabastecimiento no haga parte de su vida cotidiana. El restante 29% que se ubica en área urbana, no cuenta con el espacio para cultivar. Adicionalmente, se presenta el desconocimiento y la pérdida de saberes ancestrales sobre la agricultura de subsistencia.

Ocho de cada diez estudiantes de bachillerato, de una muestra de 5700, toman al menos una gaseosa a diario, mientras que tan solo cuatro de cada diez, consumen una fruta al día. Este panorama, sumado a que el 18% de los estudiantes de la muestra presentan sobrepeso u obesidad, ha demandado la ejecución de programas que fomenten la adopción de hábitos más saludables, retomando el contacto con los alimentos desde la siembra hasta que son servidos en la mesa.

Los niños, niñas y jóvenes de la Sabana de Bogotá, están creciendo en medio de una realidad socioeconómica y cultural en la cual existen prioridades diferentes a unos adecuados hábitos alimentarios y de estilo de vida saludable, convirtiendolos en individuos que potencialmente enfrentarán diversas enfermedades relacionadas a la alimentación. En respuesta a estas problemáticas surge el programa “Educando Colegios Saludables”.

Este programa está elaborado bajo el marco de la Política Nacional de seguridad alimentaria y nutricional que señala que debe haber “disponibilidad suficiente y estable de alimentos, el acceso y el consumo oportuno y permanente de los mismos, en cantidad, calidad e inocuidad por parte de todas las personas, bajo condiciones que permitan su adecuada utilización biológica, para llevar una vida saludable y activa”.
Sin embargo, aunque esa es la meta, la realidad nacional es otra y es allí donde se demanda la acción del Gobierno Nacional, el sector privado y la comunidad. Educando Colegios Saludables, se viene implementando desde el 2009 en cinco colegios públicos ubicados en Chía, Cajicá y Gachancipá, donde con el financiamiento de los programas de responsabilidad social de empresas floricultoras, Nutriarte promueve un ejercicio de apoyo y autogestión con la comunidad, en pro de la garantía del Derecho humano a la Alimentación.

Todo esto, a través de la ejecución de una estrategia que impacta directamente a más de 450 niños de los 3 a los 19 años con situaciones nutricionales, como desnutrición, sobrepeso u obesidad; e indirectamente a más de 5000. El trabajo se ha enfocado en la conformación de comités escolares de hábitos de alimentación; huertas escolares donde la alimentación es vista desde que se cultiva el alimento, las buenas prácticas que involucra y una alternativa para garantizar la disponibilidad y acceso a los alimentos; además de articularse con la producción sana a través de talleres de arte culinario, educación alimentaria y nutricional con estudiantes de todos los ciclos, los docentes y los padres.

En el ámbito escolar confluyen situaciones favorables para generar cambios hacia una cultura alimentaria saludable, si desde la primera infancia se sientan las bases para que esto sea posible. La escuela, como institución que congrega a la comunidad y vincula a estudiantes, padres, docentes, y otros actores, se convierte en el escenario propicio para generar movilización social hacia iniciativas que contribuyan a mejorar el estado nutricional y la calidad de vida de la población. Se promueve un ejercicio de apoyo y autogestión con la comunidad, en pro de la garantía del Derecho humano a la Alimentación.

Un proyecto que vale la pena replicar, pues los resultados hasta el momento no sólo demuestran que niños y jóvenes reconocen que la alimentación se puede convertir en un acto de alegría y creatividad, sino que los motiva familiarmente a participar con criterio en la toma de decisiones frente a la forma en que comen en cada hogar.

Con comunidades sanas en condiciones de equidad social, se aporta al desarrollo local y regional y Nutriarte le apuesta a un futuro más sano.

FUNDACION NUTRIARTE
Calle 143 N. 46 – 35 piso 3 Bogotá
www.nutriarte.com
fundacion@nutriarte.com