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Artículo del Semanario Voz
El debate sobre la drogadicción en Colombia: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Hernando López / Jueves 23 de agosto de 2012
 

La propuesta de Gustavo Petro de crear centros de atención médica para adictos a las drogas suscitó polémica en el país y hasta insultos al alcalde de Bogotá de parte del procurador Alejandro Ordóñez. La clase dominante no quiere ningún cambio que no sea regulado por ella misma

Una audaz propuesta del alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, en el sentido de crear centros especiales en el Distrito Capital para el tratamiento de adictos a las drogas, desató una tormenta nacional. En el Establecimiento muy pocos apoyaron a Petro y le llovieron insultos y descalificaciones.

El procurador Alejandro Ordóñez, mostrando una vez más su talante reaccionario y derechista visceral, resolvió decir que “el alcalde Petro se la fumó verde”. Tal insulto mereció reproches, aunque está en mora la Corte Suprema de Justicia de abrir una investigación disciplinaria, porque el mismo procurador ha destituido a funcionarios públicos por similares descalificaciones discriminatorias.

El presidente Juan Manuel Santos, quien ha venido proponiendo la legalización de la droga como recurso global a la solución del crecimiento del narcotráfico y de la demanda por el aumento del consumo, también decidió rechazar la propuesta.

Se sumaron voceros de la “unidad nacional”, incluyendo a Roy Barreras, presidente del Senado, quien descalificó el plan capitalino “porque este es un problema global que no puede resolverse creando guetos o zonas de distensión para el consumo en Bogotá”.

Pero realmente, en opinión de expertos en el tema, la iniciativa del alcalde de Bogotá de crear centros de consumo controlado, llamados centros de atención médica para adictos a las drogas, bajo estricto control médico y atención terapéutica, no debe desestimarse.

A juicio de los mismos expertos, algunos de ellos consultados por este semanario, han desvirtuado la idea en su planteamiento medular y la han convertido en simple decisión de crear guetos de consumo para los drogadictos. “La propuesta es más seria, como lo han explicado el alcalde Petro y el secretario de Salud Guillermo Alfonso Jaramillo”, le dijo a Voz uno de ellos.

Rechazo sectario

La reacción es sectaria por parte del Establecimiento; la descalifica con criterio politiquero, como igual lo han hecho con todas las propuestas de Gustavo Petro, buenas, malas y regulares. Es la estrategia que asumieron desde que el Polo Democrático Alternativo (PDA) logró la alcaldía de Bogotá.

La pérdida del PDA y el triunfo de Progresistas en las últimas elecciones no significaron la recuperación para el tradicionalismo de tan importante cargo, por ello siguen trabajando en el logro de ese objetivo. Es la expresión de la intolerancia y de ausencia de pluralismo en el poder dominante.

Otra situación, por supuesto, es la reacción del procurador Ordóñez, salida de tono y que obedece a su atraso político y social, como lo ha demostrado a lo largo de su funesta gestión a la cabeza del ministerio público, la cual busca prolongar con la reelección.

Algunos de los opositores la descalifican porque es un salto al vacío y la ministra de Salud, Beatriz Londoño, como gran argumento, asegura que “no podemos darle drogas ilícitas a ningún ciudadano”.

El alcalde Petro, por su lado, respondió que se trata de “doble moral: decidieron tender la mano al narcotraficante, entregaron la Ley y el Estado, pero no le tienden la mano al drogadicto”.

Y es la verdad. Colombia se convirtió en un narcoestado porque todas las instituciones fueron permeadas por los “dineros calientes” del narcotráfico; ahora pretenden ocultarlo desde la clase dominante que, con el habitual cinismo, como siempre, dice que no es necesario colocar el espejo retrovisor.

La propuesta es viable

Gustavo Petro explicó su propuesta, sustentando los beneficios que tendrán esos centros de atención médica para adictos a las drogas: “Como rehabilitación, las comunidades terapéuticas funcionan bien. Ejemplo: los círculos de alcohólicos anónimos. Centros de consumo controlado, diferente a rehabilitación, disminuyen el daño: VIH, criminalidad, consumo en lugar público”. Considera que podrán eliminarse ollas del narcotráfico y disminuir el microtráfico en las grandes capitales.

Si algo debe criticarse es el limitado alcance del plan y de la propuesta en sí.

La idea de crear los centros de atención médica para los adictos a las drogas es calmar la ansiedad de los drogadictos con medicamentos. “El burgomaestre ha dicho que el plan piloto comenzaría en el sector del Bronx para trabajar de la mano con los habitantes de la calle”, señaló El Espectador hace unos días. Medidas similares son adelantadas en países como Canadá, Estados Unidos y capitales europeas.

Para Petro, la sociedad colombiana se ha acostumbrado a no cambiar. El obstáculo está en la clase dirigente que impide cualquier cambio progresista o por fuera de las políticas predominantes.

Petro explicó ante varios medios que la estrategia contempla una atención integral que irá de la mano con una política de salud que busque la prevención y que intente disminuir los daños del consumo. Prevención, rehabilitación y disminución del daño que causa el consumo de la droga son los ejes centrales de la propuesta.

En Uruguay, hace pocas semanas, el presidente José Mojica, del Frente Amplio, también propuso centros similares de atención para proveer de marihuana a los consumidores. Le llovieron críticas al mandatario de izquierda, aunque en sectores fue bien recibida la propuesta porque son formas audaces de atender los problemas de la drogadicción.

Una voz en favor de la propuesta

El ex presidente César Gaviria Trujillo, quien ha venido trabajando el tema con otros ex presidentes de países latinoamericanos, respaldó la propuesta del alcalde capitalino en entrevista publicada en El Tiempo del pasado domingo 12 de agosto. Para el ex mandatario, “el consumidor de drogas no es un criminal sino un adicto, y esto debe ser tratado como un problema de salud y no como un problema criminal”.

Para César Gaviria, la ministra de Salud, Beatriz Londoño, está equivocada cuando dice que los centros propuestos violan normas internacionales. “Las convenciones internacionales obligan a los países a perseguir a los carteles de la droga, pero en términos de consumo respetan la legislación interna de cada nación. Si no fuera así, Europa no habría podido aplicar esa política”.

Y explica que lo que se propone para Bogotá “son unos centros experimentales piloto para empezar a darle tratamiento médico al problema y mirar qué resultados se consiguen”.

Gaviria recuerda que Estados Unidos tiene 18 estados que han votado la legalización medicinal de la marihuana. Para el ex presidente es la manera de legalizarla.

Lo único cierto es que fracasó la represión como solución al consumo de drogas; en los tiempos de Uribe Vélez, éste penalizó el consumo mínimo por vía de la reforma constitucional, pero nada de ello disminuyó el consumo y mucho menos el narcotráfico en el país.

Este último creció de la mano de la parapolítica, tan cerca de las prácticas de muchos amigos políticos de Uribe Vélez, y de la penetración en instituciones del Estado carcomidas por los dineros de las mafias que circulan en cantidades de oficina pública en oficina pública. Nadie puede lanzar la primera piedra.