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Memoria de los sueños, para el poeta Mario González
Carlos Augusto Pereyra Martínez / Jueves 27 de diciembre de 2007
 

A la muerte de Mario González, aún espigando para la vida, pues no se había hecho mayor para la existencia -madurado como Miguel Hernández, entre la dura brega de observar un país de fronteras lábiles entre la vida y su antinomia- por ensalmo, fueron surgiendo a sus sensibilidades sociales, las recónditas de hacedor de versos. Las tenía guardadas, por puro pudor, pero allí en hojas de cuaderno arrugadas, en papeles dados a guardar a los amigos, brotaron como en una de las canciones de los hermanos Parra, (cantautores chilenos) no en árbol de coplas, sino en árbol de poemas.

Producto de esos papeles -que hubieran podido tomar el camino del olvido- fue su paciente recolección en La Vendimia de los dioses: poemas de río, que tuve el honor de prologar, pues por su vecindad con el grupo de Teatro Gestus, y la tertulia poética Tras las huellas del poema que dirijo, pude conocer algunos pliegues de la que estaba dotada su naturaleza creativa, y humana.

Cada año -a pesar de que a Mario se lo tragó el río Cimitarra, por los lados de Puerto Matilde, cuando hacía parte de una misión humanitaria, hacia el sur de Bolívar, en el mes de julio- se memora su sentida desaparición, hacia diciembre con una convocatoria donde se juntan las artes: plástica, poesía, música y danza.

Este año, el café Kussy-Huayra, ese nicho entreñable donde fluía Mario natural, con su boina negra, sus libros de trajín diario, la botella de vino para abrir el ánimo, y los versos infantables, programó: La vigencia de los sueños. No podré estar en este evento de tanto calor humano, por imponderables, doloroso, pero baste que sus poemas han hecho carnadura en mi piel,y los siento como míos.

Los invitamos a ver el siguiente blog, en memoria de Mario.