Expropiar las herramientas de producción simbólica es tan importante como expropiar petróleo, bancos, alimentación, escuelas, hospitales... fábricas, porque paradójicamente la televisión ya ha sido expropiada, o secuestrada, por empresas televisoras que, bajo alguna modalidad “legal”, gozan de un usufructo, económico, político e ideológico monstruoso… de lo que se trata ahora es de expropiar a los expropiadores. Escribe Fernando Buen Abad Domínguez.