Esas prácticas ancestrales perviven para la cura de las enfermedades de animales y plantas, y también para una mayor producción.
Eso, pese a las herramientas que la ciencia y la tecnología han puesto a disposición de los productores del sector agrario en las últimas dos décadas.
"Ver para creer", dicen unos, mientras otros, casi que ’a ojo cerrado’, van donde el curandero en esta zona de los Llanos del Ariari, una tierra ’buena’, de alta productividad, pero que no es la excepción en cuanto a la incidencia de plagas, malezas, virus, hongos y enfermedades.