Venezuela
Campesinos chavistas encarcelados a pesar de la revolución agraria

por Laia Altarriba
Endavant

13 de julio de 2005

Tropas del Teatro de Operaciones No. 1 patrullan la región constantemente.

Un destacamento de 40 soldados dirigidos por el general Oswaldo Bracho --comandante del Teatro de Operaciones nº 1 que incluye los estados venezolanos de Barinas, Táchira y Apure-- se presentó el pasado 19 de noviembre en la comunidad de campesinos Cañadon-Bella Vista, en el sur del estado de Barinas, a unos 100 kilómetros de la frontera colombiana. Sin dar demasiadas explicaciones y sin ninguna orden judicial, entraron en seis ranchos --construidos en caña y con los techos de zinc, como todos los que hay en las montañas donde vive dispersa la comunidad--, los allanaron y se llevaron cinco hombres detenidos bajo la acusación de ser guerrilleros. Desde entonces, están encarcelados en el centro penitenciario de Santa Ana (en el estado Táchira) sin que haya ninguna prueba que les vincule con ningún grupo armado.

Algunos campesinos de la zona nos explican que en estas montañas, que se llaman Piedemonte porque enlazan el llano con los Andes, hay presencia de la guerrilla venezolana, las Fuerzas Bolivarianas de Liberación. Las FBL, que se crearon dos años antes que Chávez asumiera el poder en 1998, se autodefinen como un partido político-militar revolucionario que lucha para profundizar el proceso que vive Venezuela. Su objetivo en ningún caso es atacar el gobierno actual, sino garantizar que la revolución bolivariana continuará avanzando hacia la consolidación del poder popular, y contribuir a defender el proceso en caso de agresión externa. A pesar de que son un grupo armado, han protagonizado muy pocas acciones.

Parece que algunos guerrilleros de las FBL habrían pasado semanas antes de las detenciones por la comunidad de Cañadon-Bella Vista, y que a lo mejor algún campesino los habría cobijado. Este sería el motivo que habría motivado las detenciones, que muchos interpretan como una advertencia por parte del general Bracho al trato que algunos campesinos dan a los guerrilleros. Emilio Méndez, el alcalde por el partido chavista MVR del municipio Ezequiel Zamora, del que forma parte la comunidad donde viven los detenidos, no está para nada de acuerdo con la actuación del general: "Si tú eres un campesino y tienes una casita allí arriba y llega el Ejército, ¿tú qué haces? Recibir el Ejército. ¿Y si llegan otros grupos? Recibirlos también. Entonces, por el hecho de que estos grupos se queden en las casas de estos camaradas, de estos campesinos, por este hecho no podemos buscarlos, ni castigarlos, ni golpearlos, porque estaríamos violando los derechos humanos que tiene cada uno de nosotros. Sin embargo, va el Ejército, agarra los campesinos, les mete presos, los golpea --porque me consta que ha habido campesinos que han sido golpeados--, se desaparece y a los tres o seis meses vuelve otra vez; y en el transcurso de los seis meses, ¿qué ocurre? Son zonas retiradas de las vialidades importantes, y por ahí camina todo el que quiere".

Fidelina Pérez tiene 37 años y desde hace seis meses vive angustiada porque la Guardia Nacional arrestó a su marido, Omero Pérez Márquez. Nos recibe en su rancho en medio de la montaña, donde vive con su hijo de 10 años. Tiene otro hijo de 18 años, pero se marchó a casa de un tío en Caracas. Fidelina tiene muy presente el 19 de noviembre: "Vino el general Bracho de Guasdualito con el comandante Garrido, miembros de la Guardia Nacional y la policía técnica judicial. Llegaron, se metieron aquí en la casa y lo volcaron todo... No presentaron ninguna orden de registro, sino nada más llegaron, me dijeron que me sentara en una silla y pusieron dos soldados para que yo no me moviera de allí mientras ellos registraban la casa. Los cinco detenidos hacía rato que se habían marchado a jugar en una cancha de básquet que hay por allí, y les fueron a buscar. A mi marido y a dos más les encontraron por el camino y les detuvieron. Un hermano mío y mi cuñado ya habían llegado a sus casas, y les arrestaron allí". Ahora Fidelina se ha quedado sola para sacar adelante su casa y las cosechas que trabajaba su marido. Y también se ha paralizado el proyecto de cooperativa agropecuaria que estaban impulsando los cinco detenidos junto con otras siete personas de la comunidad. Y es que, si bien es cierto que cada familia tiene un pequeño terreno donde cosecha y cría ganado, la producción es muy reducida y viven en condiciones muy precarias. La cooperativa les tenía que garantizar un futuro mejor. Fidelina nos habla de este proyecto que por ahora se ha roto: "Mi marido creó una cooperativa, él era el presidente, y estaba en proceso de registro, de hecho los papeles se habían llevado a Caracas y ya habían vuelto con el consentimiento para que se llamara Flor Azul, pero la aprobación aún estaba en proceso cuando les detuvieron. Los militares dijeron que los papeles de la legalización y las fotocopias de las cédulas de identidad de los socios eran de la guerrilla, y se lo llevaron todo". Y de la casa de Fidelina y Omero también se llevaron 40 mil bolívares, una linterna y un sobre de Tang para hacer refrescos. Por suerte, una vez en el batallón, les devolvieron el dinero.

Hasta seis casas de la comunidad fueron allanadas por el Ejército el día de las detenciones. Nos cuentan que durante la operación obligaron a todos los hombres que encontraron a tumbarse boca abajo y les tuvieron esposados hasta que se marcharon. Y de otras dos casas también se llevaron dinero. En una de estas casas vive Sergia Molina con sus tres hijas. Cuando llegamos acompañados con Fidelina, Sergia dice que prefiere no hablar, que le cuesta demasiado recordar cómo se llevaron a su marido, Marino Pérez, de 45 años. Pero la hija mayor, Marilí, que tiene 16 años --y que desde hace seis meses no puede dedicar tanto tiempo a estudiar bachillerato en la Misión Ribas porque tiene que ayudar a su madre con las cosechas y los pocos cerdos, gallinas y vacas que tienen--, se ofrece para explicarnos qué sucedió: "Llegaron el Ejército y la policía técnica judicial. Mi madre estaba peluqueando a mi padre y le dijeron que se parara, entonces él se levantó de la silla y le detuvieron sin presentar ninguna orden, ningún papel. Papá dijo que estaba lleno de pelo, que le dejaran limpiarse. Entonces un militar le dijo: 'tú no sabes con quién estás hablando', le golpeó en la cara y se lo llevaron para la carretera".

Desde entonces, casi cada domingo las familias de los detenidos, que la mayoría son hermanos o primos entre ellos, viajan hasta la prisión de Santa Ana para visitarles. Fidelina nos cuenta que físicamente están bien, pero no moralmente. Ni tampoco las mujeres de los presos. Una de ellas era la maestra de la Misión Robinson --de alfabetización de adultos-- en la comunidad, pero desde la detención se han parado las clases porque ya no tiene humor para impartirlas, y además tiene dos niños pequeños y una casa para sacar adelante. Fidelina se lamenta de la situación de desamparo en que se encuentran las familias de los detenidos, y no entiende la actuación de los militares: "es que es una locura que viniera este general a llevarse a estos campesinos... sin importarle nada, sin importarle las familias que iban a quedar en una situación crítica. ¿Cómo puede dejar cuatro hogares [uno de los detenidos era soltero] completamente abandonados? Incluso dos de las mujeres estaban embarazadas cuando les detuvieron".

El alcalde Méndez tampoco se explica la decisión del general de arrestar a los cinco hombres: "Lo más débil que tenemos dentro de nuestra sociedad es el campesinado, donde es más difícil el proceso educativo por las distancias que hay que recorrer, lo mismo que ocurre con la construcción de viviendas o el apoyo con infraestructuras. Y lamento bastante que algunos militares, en este caso el general Oswaldo Bracho, estén respondiendo a un problema que tenemos de seguridad en esta zona tan cercana a la frontera con Colombia --y no solamente estaríamos hablando de las guerrillas colombianas o de la venezolana, sino también del paramilitarismo colombiano y venezolano--, con la detención de estos campesinos, que son la parte más débil de nuestro sistema". Méndez aun va más lejos para encontrar las causas que expliquen estas detenciones y otras quejas de los campesinos: "Sólo hace seis años que el presidente Chávez asumió su responsabilidad de dirigir el país, y no podemos decir que en seis años en Venezuela la revolución esté altamente consolidada, de que ya no tenemos problemas con la educación, de que no tenemos un problema con la seguridad, que no tenemos problemas agrarios en función de la distribución de la tierra... todo lo contrario, es realmente cuando se están empezando a ver esta gran cantidad de problemas y esperamos del buen hacer de todas las instituciones para poder dar respuesta a estas situaciones. En el campo, hoy por hoy, a pesar que se le ha dado un fuerte apoyo con la Ley de tierras, los convenios firmados o las instituciones de crédito que se han creado, aún existe el latifundismo, existe la burocracia dentro de los organismos y también situaciones de corrupción de los dueños de hatos que compran al técnico que va a hacer la evaluación de la tierra... Todo esto todavía existe y es contra esto que nosotros debemos de luchar".

Sobre la actuación del general Oswaldo Bracho no sólo se oyen críticas desde el sur de Barinas. El sábado 14 de mayo, cerca de cuatro mil campesinas y campesinos marcharon por las calles de Guasdualito --en el Alto Apure-- convocados por el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora. El objetivo era denunciar ante los representantes del Gobierno las problemáticas de los campesinos venezolanos y los atropellos que viene sufriendo este sector social. Entre las denuncias que se oyeron durante la marcha y la posterior asamblea se escuchó muchas veces el nombre del general Bracho. Por un lado, los organizadores responsabilizaron al comandante del Teatro de Operaciones nº1 de las dificultades que tuvieron para llegar al evento, pues las alcabalas que el Ejército colocó en las carreteras retuvieron algunos campesinos hasta cinco horas, y llegaron con retraso a la marcha. Por otro lado, representantes campesinos de Apure, Barinas y Táchira denunciaron las violaciones de los derechos humanos que vienen sufriendo desde que el general asumió su cargo en noviembre del año pasado. Parece que dentro del ejército venezolano hay quienes aún no tienen como prioridad la defensa de los derechos de los campesinos.

Mientras tanto, Fidelina y toda la comunidad de Cañadon-Bella Vista espera que pronto dejen libres a los cinco presos --que aún no han sido juzgados-- para poder continuar impulsando desde las montañas de Barinas un proceso con el que se han identificado desde que Chávez asumió el poder. Y que los proyectos como la piscifactoría que quiere construir la cooperativa y las clases de las misiones educativas les garanticen un futuro que el Presidente en quien tanto confían impulsa desde Caracas, una ciudad que a veces queda demasiado lejos para oír los problemas con los que tropieza la revolución bolivariana en el campo.

 

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